Siendo resiliente cuando no tengo fuerzas para eso
Ser resiliente es un tema que está de moda, todo el mundo habla de eso y todos sabemos que es la capacidad de reponerse ante cualquier situación, aprendiendo de ella y aprovechando este aprendizaje para convertirnos en una mejor persona.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Existen momentos en la vida en donde el primer impulso no es reponerte, al contrario, la desmotivación y los factores externos presionan tanto que es difícil en ese punto hablar sobre levantarte de nuevo, aunque sepamos que en algún momento tendremos que hacerlo.
Es esta parte del proceso en donde pocas personas se enfocan. La trancisión del momento de dolor o inconformidad y la resiliencia es un vacío que debe ser llevado con cuidado, para así poder garantizar la recuperación lo antes posible. En este tiempo de vacío, las fuerzas del cuerpo se esfuman, tienes mucha rabia o tristeza por la situación, y el estado de apatía te lleva a alejarte de todo aquello que te gusta.
En esta etapa ningún consejo es completamente bueno, lo mejor es saber escuchar y demostrar empatía. A nadie le importa en medio de la tormenta si otros están mejor o peor, o si eso mejorará con el tiempo, lo único que importa es que el mundo a nuestro alrededor está alterado y quisiéramos que, por arte de magia, todo cambiara en ese momento.
Cuando estés con alguien que esté pasando por eso, siéntate, escúchalo, contenlo emocionalmente. Poco a poco la persona saldrá de ese vacío, pero eso solamente ocurrirá si lo ayudas a moverse y no quedarse estancado o quieto en su cuarto. El movimiento y la distracción, aunque en un inicio no se quiera, es la mejor herramienta, mas requiere de tiempo y de adaptación.
A ti que te sientes tan mal en este momento que no quieres pensar en levantarte, solo te digo que está bien, vive el momento y exprésalo. Estás en tu derecho de no querer darle la cara al mundo. Date tu tiempo para poder avanzar poco a poco y, solo así, el proceso de resiliencia será totalmente efectivo.